A menudo eclipsado por sus países vecinos, Baréin es una joya desconocida con mucho que ofrecer. La isla de Muharraq es un buen punto de partida por su ambiente tradicional y la profusión de aromas que emanan de sus calles. Adéntrese en la historia defensiva del país haciendo una visita a Arad Fort, una fortaleza que data del siglo XVI, y no pierda la oportunidad de visitar Al-Fateh, la mayor mezquita de Baréin. Manama, la capital, es un paraíso de las compras: su zoco es ideal para perderse entre joyas, tejidos y especias; y si lo suyo es el lujo, recomendamos una visita al centro comercial Seef Mall. Disfrute de un bello atardecer en el fotogénico Puerto de Sitra, del que zarpan los dhows o pescadores locales. Una última visita obligada (especialmente para los amantes del motor) es el Circuito Internacional de Bahréin, conocido por albergar el Gran Premio de Fórmula 1.